Cosas que más odié del 2016 (Parte II)

Hola a todos. Antes que nada ¡feliz año nuevo!

Continuaré hablando sobre las cosas que más odié del 2016 en esta entrada, así que, ¡agárrense!

5. Las decepciones amorosas

Por supuesto no podía faltar. Ya hablé muy a detalle sobre este tema, pero en verdad no lo puedo ignorar en esta lista y es también la causa de cómo me siento en el punto anterior.

Es increíble, por ejemplo, en el caso de la ex-compañera de trabajo que me mandó a volar vilmente, que me pidiera tiempo y distancia no precisamente para calcular la velocidad, si no porque simplemente le valió gorro que por primera vez en mi existencia estuve en un punto tan vulnerable que nunca había demostrado hacia otros para hacerle saber mis verdaderas intenciones con ella, y todo para que ella pudiera estar con otra persona. Hasta este día, unos cuantos meses después, ignoro qué tiene la otra persona que yo no tenga. ¿Qué le puede ofrecer que yo no pueda? No soy un galán de Hollywood ni un millonario de Silicon Valley, pero demonios, sé que haría lo mejor por ella y para ella.

Entiendo que mi forma de ser y de pensar definitivamente no es para todos, pero vaya, #Asperger es la persona más sincera y honesta que uno puede conocer en la vida. ¿De qué sirve que las mujeres constantemente se quejen de que los hombres somos mentirosos o no somos sinceros con ellas cuando a la primera oportunidad que tienen de conocer a uno que SÍ es sincero y honesto lo mandan a volar? Y uno que aparte SÍ tiene buen futuro, para rematar.

En fin, lo que pasó sólo renueva mi idea de que a algunas mujeres sólo les gustan los patanes y/o buenos para nada.

Actualización del 1° de enero 2017: Recibí una felicitación de año nuevo de ella. Obvio le respondí de la forma más «X» que se puede ser sin sonar descortés.

6. La falsa modestia

Otra situación que en verdad me molestó hacia los últimos meses de este año terrible, fue algo que estoy seguro que más de uno ha experimentado con ciertas personas: la falsa modestia.

El hecho de que una persona diga que no sabe algo, no lo conoce, o no puede hacerlo, pero a la hora de la hora resulta casi un prodigio al llevarlo a cabo, como si fuera un talento nato, es algo que he descubierto que me molesta enormemente.

Como #Asperger es muy ingenuo, es muy común que crea las cosas que la gente me dice. Vaya, aunque sé que tengo que tomar con un grano de sal lo que me diga la gente, en especial la que no conozco bien, siempre tengo la debilidad de que cuando me llevo bien con alguien tiendo a creer en lo que dice. Y como #Asperger también tiende a tratar de hacer sentir mejor a la gente con la que se lleva bien, pues luego me entra el sentimiento de solidaridad hacia ellos.

Un ejemplo de hace un par de semanas: en el club a donde voy a nadar, remodelaron una de las albercas y digamos que la situación se tornó un poco «apretada». Para distraernos un rato y «desalojar» un poco la alberca, una de las maestras de natación tuvo la idea de que su grupo jugara basketball en lugar de nadar, y le extendió la invitación a su servidor. Yo la verdad no sé jugar nada de eso, y #Asperger no me ayuda con los movimientos torpes y falta de coordinación. La prueba está en que a pesar de que tengo más de 5 años nadando, la técnica y la velocidad no son lo que deberían para tanto tiempo que tengo practicándolo.

Yo conozco y me llevo muy bien con un chico de ese grupo, pero él me comentó que no sabía jugar así que dije: «bueno, al menos no voy a ser el único» e idiotamente acepté la invitación.

El día que nos vimos en la cancha para jugar, lo primero que salió mal fue que nos pusieron en equipos contrarios, pero vaya, #Asperger seguía pensando que al menos cada equipo iba a tener un handicap. Yo ignoraba si los demás chichos jugaban basketball porque la verdad sólo conozco a los que nadan y a uno que otro de los que hacen pesas por las pocas veces que frecuento el gimnasio, y como en la clase de natación ellos nadan a un nivel menor que al mío, pues igual y no iban a ser tan «pesados»…. pues vaya que más equivocado no pude estar.

No es de que Michael Jordan hubiera sido su inspiración, o que Chuck Taylor (si es que realmente jugó el deporte) haya reencarnado en ellos, pero demonios, se movían de una forma que parecía que estaba en una de esas películas hollywoodenses donde hay un número musical y de repente y de la nada todos empiezan a bailar como si fueran profesionales.

Incluso el chico con el que me llevaba bien de ese grupo se movía de una forma que en verdad, o tiene un talento nato, o fue una vil mentira eso de que «no sabía jugar». Entiendo que hay personas que minimizan el verdadero alcance de sus habilidades, pero maldita sea, hay personas que REALMENTE no jugamos NADA, y hay una diferencia enorme entre saber nada y saber algo, por muy pequeña que parezca.

Mi humillación duró casi 2 horas, y no ayudó que después se juntaron otros que todavía jugaban mejor. A partir de ese día se me quedaron grabadas las palabras de Homero Simpson: «Niños, hicieron su esfuerzo y fracasaron miserablemente. La lección es: nunca se esfuercen.».

Y yo pensaba que ya había superado esos momentos cuando terminé la preparatoria… en fin.

7. La informalidad

Ahora con el resultado de las elecciones en Estados Unidos, una buena parte de la gente en México se cree experta en economía, finanzas, estadística, logística, procesos de producción, etc. de lo cual también hablaré más adelante. Una de esas «ideas» que fueron balbuceando en redes sociales fue la de «apoyar a lo nacional». Es decir, dejar de comprar cosas de origen extranjero o importadas y favorecer las que se producen en México.

No es que yo sea «malinchista», pero algo que es muy característico de los que desempeñan los oficios en México es que, en su mayoría, son personas muy informales. Como lo decía un profesor que tuve en la preparatoria: «buscan trabajo pidiéndole a Dios no encontrar». Esto es, que constantemente quieren que uno los contrate, que les encargue trabajos, etc. pero no los desempeñan de una forma adecuada o de plano no lo hacen para nada. Sólo cobran y ya.

Hay muchas cosas que de plano no es posible encargar a extranjeros, bien por el precio o porque no existe el personal en el país, por lo que cuando se trata de trabajos de mantenimiento en el hogar, remodelaciones u otras actividades que se hacen «a la medida», es obligatorio que sea empleando a otros nacionales.

A lo largo de este año tuve bastantes malas experiencias haciendo encargos por los que pagué bastante (y además por el precio que me dijeron, yo nunca «regateo» como se acostumbra en el país).

En abril encargué unos canceles de cristal para los baños y una nueva ventana para la recámara de mi mamá que la protegiera del ruido exterior. Al principio, como siempre, te ofrecen la luna y las estrellas, te dicen que el producto es nacional y es mejor que la marca que manejan otros, etc, etc… Te dan una fecha de entrega y supuestamente se comprometen a entregar en tiempo y forma. El chiste es que hice el pago y me cambiaron 2 veces las citas que se habían programado para hacer la instalación, y una vez que ya estaba instalado, no quedó del todo bien.

Sabiendo, por malas experiencias anteriores, que aquí de plano no se hacen las cosas en tiempo y en forma como se acostumbra en el primer mundo (por algo es el primer mundo), el local donde compré los canceles me quedaba de paso. Fue una buena decisión porque las llamadas telefónicas no fueron suficientes para que vinieran a arreglar lo que estaba mal, y tuve que ir un par de veces en persona al local para forzarlos a venir. En su mayoría arreglaron los desperfectos, pero aun así no quedó como me hubiera gustado.

Posteriormente, en noviembre, encargué unas cortinas más gruesas para la ventana de mi mamá, para la temporada de frío y con suficiente anticipación para que no se cruzara con la época navideña que siempre es un caos, y aunque se comprometieron a entregarme en 20 días hábiles (aunque la nota de compra, de forma impresa, diga 8 días hábiles), nunca estuvieron listas las dichosas cortinas ni para DESPUÉS de Navidad. Afortunadamente me devolvieron el dinero, pero no se trataba de eso.

Y como dicen que las cosas llegan de 3 en 3, pues claro, la ingenuidad de #Asperger no lo tomó en cuenta y todavía mandé a hacer unos muebles nuevos para mi recámara que parece bodega de juguetería y que se ha convertido en algo casi inhabitable. Lo peor de este caso es que el carpintero ya tenía experiencia conmigo y siempre había sido formal y entregado todo en tiempo y forma, lo cual yo lo valoraba y por eso constantemente le daba trabajo cuando requería armar y desarmar el mueble que le había mandado a hacer anteriormente; pero ahora, por alguna razón desconocida, hoy es día que todavía no me entrega nada cuando él se comprometió a hacerlo el 20 de diciembre. Yo pensaba que iba a empezar el año nuevo con una recámara del primer mundo, pero no, sigo viviendo en la trastienda de Juguetibici.

¿Y así quieren que uno apoye «lo nacional»?

8. Los «ciber-marxistas de Starbucks»

Un término acuñado en la década de 1960 fue el de «marxistas de sobaco», que describía a aquellos jóvenes (principalmente estudiantes) que cargaban para todos lados los escritos de Karl Marx bajo el brazo, pero poco o nada sabían de su contenido.

Aunque ya tiene bastante tiempo de eso, es impresionante la cantidad de gente que actualmente se comporta de una manera similar, pero en lugar de cargar con «El Capital» o el «Manifiesto Comunista» bajo el brazo, ahora cargan con un smartphone (principalmente iPhone) cargado con Facebook y Twitter, donde publican una sarta de barbaridades pseudo-izquierdistas desde la comodidad de una universidad, generalmente privada o la UNAM, o una cafetería «nice«, que es generalmente un Starbucks.

A pesar de la gran ironía de contar con y servirse de tales bondades producto del capitalismo (iPhone, Starbucks, papi/mami con dinero que paga uni privada), estos individuos piensan en una utopia socialista donde el gobierno debe darle todo a todos de forma gratuita y con el menor esfuerzo. Y aunque podría aprovechar para explicar a detalle la similitud entre lo que esperan del gobierno y lo que reciben de papi/mami, creo que es muy evidente.

Ojo, no es que crea que el socialismo es malo y el capitalismo es bueno, pero ambos son extremos, y el mundo no puede ser blanco o negro, sino un matiz entre ambos colores. Además, para ser una nación donde el socialismo funcione adecuadamente, se tendría que tener riqueza para repartir entre todos, y lo que generalmente se termina repartiendo es la miseria (ejemplos: Cuba, Corea del Norte, Venezuela) aunque no entre los que conforman el gobierno, claro.

Lo que estos jóvenes no entienden, es que no disfrutarían de todos los privilegios a los que tienen acceso en una sociedad puramente socialista, empezando por la libre expresión (ya quisiera verlos en Venezuela llamándole pendejo a Nicolás Maduro en público, por ejemplo), ni mucho menos la libertad de elegir. En México pueden elegir la escuela donde quieran entrar, cuál película quieren ver, a dónde quieren ir de vacaciones, la marca de leche que quieren tomar, etc., algo que no siempre es posible en las naciones que ellos «admiran».

El problema es que muchas de estas personas provienen de hogares o localidades donde las generaciones anteriores disfrutaron de todas las bondades que «papi gobierno» daba gratis o casi gratis, pero eso era posible porque México disfrutó por varias décadas de excedentes petroleros inimaginables que nos permitieron organizar unos Juegos Olímpicos, tener una de las infraestructuras más modernas de América Latina, y ser un socio comercial muy atractivo para otros países. Desgraciadamente no todo dura para siempre, y la transición de México de un país paternalista a un país de libre mercado ha sido todo menos tranquila.

La gente quiere educación de calidad, pero no quiere pagar por ella. Quieren maestros responsables, pero no quieren que los evalúen. Quieren servicio médico de primer nivel, pero no quieren desaparecer las pensiones multimillonarias del sector salud. Quieren trabajos mejor pagados, pero no quieren prepararse. Quieren finanzas públicas más sanas, pero no quieren los cambios tributarios e impositivos que vienen con ello. Quieren proteger al medio ambiente, pero no quieren depender menos de los combustibles fósiles. Quieren políticos honestos e íntegros, pero no quieren dejar de dar «mordidas» o de comprar cosas piratas. Quieren autoridades justas y preparadas, pero no quieren dejar de recibir regalos o privilegios por apoyar a X o Y candidato…. y un largo etcétera.

Lo peor es que no les gusta Donald Trump, pero quieren a AMLO… en fin.

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